miércoles, 31 de julio de 2013

Cuando la ficción traspasa la realidad

Cuando la muerte no estaba prevista dentro de un guión, que se muera  el protagonista de una serie o película, lo peor que les puede pasar.

La trágica muerte de Cory Monteith, uno de los protagonistas de «Glee», ha conmocionado al mundo de la televisión. El actor, que falleció el pasado 12 de julio, fue encontrado en un hotel en Canadá. La muerte, por una combinación de drogas y alcohol, pilló por sorpresa a los guionistas, que estaban inmersos en la creación de la quinta temporada de la serie. Ryan Murphy, productor ejecutivo de «Glee», confirmaba que los dos primeros episodios de la nueva tanda ya estaban escritos, y que el tercero versaría sobre la muerte de Finn –personaje que protagonizaba Monteith– y que sería un tributo al actor. «Los guionistas nos vamos a tomar un largo paréntesis después de escribir ese episodio para volver a plantear la temporada», adelantaba el productor en una entrevista a TV Line.

No es la primera vez que la muerte de un actor sorprende a los guionistas en medio de la grabación de una serie. James Gandolfini, recordado protagonista de «Los Soprano», tenía prevista este año su vuelta a la televisión con «Criminal Justice», adaptación de la serie británica del mismo nombre. La muerte de Gandolfini en junio truncó la grabación del piloto y aún no se sabe que ocurrirá con la ficción. 

Otro de los casos recientes es el de Andy Withfield. A punto de comenzar a grabar la segunda temporada de «Spartacus: sangre y arena», el protagonista absoluto de la ficción fue diagnosticado de cáncer. Los responsables decidieron grabar una precuela con diferentes personajes mientras el actor se encontraba en tratamiento. Cuando todo parecía haber pasado y el rodaje de «Spartacus: Venganza» iba a comenzar, el actor anunció que su estado había empeorado. Los creadores decidieron entonces que Liam McIntyre relevase a Withfield en el papel de Spartacus. Meses después, el 11 de septiembre de 2011, el actor fallecía a causa de la enfermedad. 


Irreemplazables


Una de las opciones que más se adoptan en las pantallas,  es «matar» al personaje. Es el caso de John Spencer, jefe de gabinete del presidente de EE.UU. en «El ala oeste de la Casa Blanca». En 2005, y tras más de 150 episodios, el actor fallecía de un ataque al corazón, al igual que su personaje, dos capítulos después. El caso de «Dallas» fue similar. En su primera etapa (1978-1991), fue diagnosticado de cáncer Jim Davis, el padre del malvado J.R. en la ficción. Pese a su enfermedad, el actor continuó trabajando e incluso llegó a utilizar pelucas para disimular las consecuencias de la quimioterapia. En la tercera temporada, Davis falleció y los guionistas decidieron el mismo fin para su personaje. 

Años más tarde, y ya en la segunda etapa de «Dallas», Larry Hagman (J.R.) enfermó también de cáncer, al igual que su padre en la ficción. Los guionistas decidieron que el personaje muriese de un disparo, en un guiño a la primera etapa, en la que J.R. fue herido por un arma de fuego. 

Otras veces es la ficción la que se adelanta. La veterana actriz Kathryn Joosten interpretaba a la anciana y cotilla Karen McCluskey en «Mujeres desesperadas», papel por el que ganó un Emmy. Los guionistas decidieron que su personaje falleciera, al igual que Joosten, que moría veinte días después.