martes, 3 de diciembre de 2013

Un Lincoln para recordar

En 1963 el asesinato del entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, estremeció al mundo; así como la imagen de su esposa Jackie vistiendo un traje rosa manchado de sangre que no se quitó para mostrar el horror de lo ocurrido. Después de los disparos que sufrió Kennedy mientras iba a bordo de un Lincoln Continental “Bubble Top” de 1961, surgió toda una leyenda que trata sobre supuestas coincidencias que enlazan la vida de JFK con la de otro presidente del país, Abraham Lincoln.
Abraham Lincoln y John Fitzgerald Kennedy fueron designados congresistas en 1847 y 1947 respectivamente. Lincoln fue elegido presidente en 1860 y Kennedy cien años después, en 1960. Ambos medían 1'83 cm y sus apellidos tenían siete letras coincidentemente.
Fueron asesinados en viernes, por balazos en sus cabezas, disparados desde atrás y delante de sus mujeres; mujeres con las que perdieron un hijo durante su estancia en la Casa Blanca. El secretario de Lincoln llevaba apellido Kennedy, y el de Kennedy se apellidaba Lincoln; supuestamente ambos recomendaron a los presidentes no acudir a los lugares donde morirían.
El asesino de Lincoln, Booth, le disparó en el teatro Ford y se refugió en un almacén; Oswald disparó a Kennedy -que viajaba en un auto Lincoln de la casa Ford- desde un almacén y se ocultó en un teatro. Los asesinos nacieron en 1839 y 1939, fueron asesinados horas después de los asesinatos -sin haber confesado su culpabilidad; y se denunció en ambos casos la existencia de conspiraciones que implicaban a personajes norteamericanos muy influyentes.
Sus sucesores Andrew Johnson y Lindon Johnson (nombres de seis letras) eran senadores, demócratas del sur y nacieron, el primero, en 1808 y, el segundo, en 1908. 


                                        Lincoln Continental de 1961, el auto en el que fue asesinado el presidente Kennedy.


Según Carl Jung gran amigo de Freud las casualidades simplemente no existen, nosotros hacemos parte de un rompecabezas cósmico donde las casualidades nos guían hacia nuestro "destino", a esto le llama la teoría de la sincronicidad,